jueves, 20 de septiembre de 2012

EL PALACIO IDEAL DE UN CARTERO


ESTO NO ES FILATELIA.   PERO ES UN HOMENAJE A LOS TRABAJADORES POSTALES DEL MUNDO.  ESPECIALMENTE LOS DE A PIE, LOS CARTEROS.

Nacido en Charmes-sur-Herbasse, al sur de Lyon (Drôme, Francia), Ferdinand Cheval era un cartero rural, escultor y constructor autodidacta. En 1879, a la edad de 43 años, comenzó a levantar su Palacio Ideal, originalmente llamado “El Templo de la Naturaleza”. Para construir este monumental edificio en el que “se mezclan los estilos de todos los países y todas épocas”, trabajó durante 33 años y necesitó más de 3500 sacos de piedras. En pie desde hace un siglo, el monumento arquitectónico recibe a más de 130 mil turistas que cada año vienen a contemplar la obra levantada solamente por un obstinado hombre. (Por Karina Geada)


El cartero Cheval comenzó su trabajo por esta fuente: “La fuente de la vida” fue construida durante dos años con conchas marinas, caracoles, ostras y piedras que iba recogiendo durante su recorrido diario de más de 30 kilómetros. Los extraños animales y plantas exóticas que adornan la fuente se acoplan en perfecta armonía con la naturaleza que rodea al palacio.

El segundo trabajo fue el edificio a la derecha de la fuente, que Cheval nombró “La cueva de St. Amadeus”, en honor al patrón de Hauterives, la aldea al sureste de Francia. A la entrada registró el año en que comenzó su construcción: 1879.

A la izquierda, los tres gigantes y las dos momias de la fachada son los elementos icónicos del Palacio. Sus cascos parecen ser una reminiscencia a los “sombreros” rojos hechos con roca volcánica de las estatuas de la Isla de Pascua, y sus manos apuntan al cielo, como si fueran los tres guardianes del monumento. 

En la construcción de la fachada Norte, Ferdinand reveló la parte más oscura de su creatividad a través de su visión del Génesis. Esta es la parte más frágil del Palacio Ideal y la que más ha sufrido los estragos del tiempo.

La fachada Sur es un “museo antediluviano” en el que Ferdinand Cheval almacenaba las piedras que iba recogiendo. Aunque es la más sobria de las cuatro fachadas del palacio, también está coronada por una cúpula y plantas exóticas, el tronco de un árbol a la izquierda y animales representados por piedras desgastadas. 

Mientras Cheval materializaba su sueño, el palacio se iba convirtiendo en una atracción para locales y extranjeros; pero no fue hasta 1969 que fue declarado monumento histórico de Francia. Luego de una década de restauración, en 1994 la ciudad de Hauterives compró el monumento que colocó a la aldea sureña en el mapa del turismo internacional.

La obra de Cheval es un compendio de su visión del mundo. Mitología y religión están presentes en la simbología del bestiario, y su percepción de la cultura de cada continente se refleja en la arquitectura y los escritos de las paredes, con poemas y reflexiones sobre su trabajo.

La última restauración del Palacio Ideal duró 10 años y finalizó en 1993, pero los trabajos de mantenimiento se hacen anualmente en un taller especializado. 

Aunque su idea original era ser enterrado en el corazón del palacio —como los faraones egipcios— las autoridades locales le negaron su deseo; pero la carretilla donde transportaba cada piedra sí “descansa” en el Palacio Ideal, en un nicho que el cartero dejo hecho para sus instrumentos de trabajo. 

Ferdinand Cheval es considerado uno de los precursores del surrealismo, y su palacio, representante del arte naïf en la arquitectura mundial, tiene una larga lista de celebridades entre sus admiradores: André Breton (le dedicó un poema al cartero —Le Revolver à cheveux blancs), Max Ernst (produjo una obra en homenaje a Cheval que se exhibe en la Fundación Guggenheim de Venecia), Niki de Saint-Phalle y Jean Tinguely (quien afirmó que “El Cíclope” era deudor de este monumento), Pablo Picasso, Roberto Matta, Julio Cortázar y Pablo Neruda.

Foto/Flickr/ Melisande


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