REVISTA CULTURAL LOTERÍA 393 enero-febrero 1993, páginas 77-89
INTRODUCCIÓN A LA FILATELIA
Vladimir Berrío-Lemm
A mucha honra, uno de los artículos que tuvo página satinada a colores en sus imágenes. Es la tercera vez que aparecía un artículo filatélico en la Revista Lotería.
¿SABEN REALMENTE QUIÉN ERA TOMÁS HERRERA?
Porque es bueno aclarar que más lo conocen en el sur bolivariano que en Panamá, su tierra natal.
Aquí sólo se enseña que él lideró el movimiento de independencia de 1840, en el que se crea EL ESTADO DEL ISTMO, y es cierto. También levantó un pie de defensa en Panamá en 1836-37 cuando el Incidente Russell, cuando la marina de guerra británica bloqueó y amenazó bombardear los puertos de Cartagena, Portobelo y Panamá. También fue Diputado y Gobernador y hasta Senador. Y también es cierto pero no se enseña.
Pero además de todo esto, tampoco se enseña que era un jovencito de buena familia acomodada cuando la Independencia de Panamá de España en 1821, y se reclutó de inmediato en el contingente de cerca de 700 panameños entre pardos y blancos del Istmo, que los colombianos que ya estaban en Panamá, entrenaron en 1823 para ir a fortalecer los contingentes para la guerra de independencia de Perú.
Tan entusiasta era el joven Tomás que logró que sus padres pagaran la confección de una bandera primitiva de Colombia (o Gran Colombia si prefieren) que, luego de concluida la batalla de Ayacucho aquel diciembre de 1824, y ya lisiado de un brazo, Tomás sacó y envió al campamento del generalísimo y que fuera izada en la eminencia del Condorcunca, como señal que la batalla finalizó y que el Ejército Unido Libertador había ganado al mando del General Antonio José de Sucre.
Por ello, por su valor innegable, por su sacrificio (sería llamado el Manco de Ayacucho) por su don de caballero y fiel creyente del ideal de Bolívar, tiene calles, parques, monumentos y honores en otros países.
He añadido imágenes de la Batalla de Ayacucho en general, una con la vista del Cerro Condorcunca el fondo, una del cerro en sí.
Este sello postal de 1954 muestra a Tomás de Herrera a la derecha, y es un error que circuló. Miren y verán que le falta el ojo y la ceja izquierda.
¿Saben por qué hago referencia a él?
Porque siendo de esta época habría hecho justicia a la bandera de la patria santeña. Aquí la muestro izada con escolta de riguroso honor y al lado de la bandera nacional, como corresponde en cuanto al protocolo de las banderas.
La bandera que no se parece ni a la colombiana, ni a la venezolana ni a la ecuatoriana. La que diseñó (según se consulta en su diario) el Generalísimo don Francisco de Miranda en 1801, y de la que ya me he referido en otra entrada. La que en la incursión naval de 1806 en Vela de Coro, actual Venezuela, se confeccionó e izó como la que tenemos custodiada en el Museo de la Nacionalidad en la Villa de Los Santos.
Pero no estando Tomás Herrera con nosotros, a todos los panameños nos debe interesar primero que todo, que existe una bandera que es un monumento por sí misma, y que desde 1821 ondea en las azuereñas tierras. En segundo lugar, que por un malentendido divisionismo municipal, pareció quedar relegada a la Villa de Los Santos. En tercer lugar, que hasta 1855 ondeó sobre todo Azuero, y que hoy sólo se conoce en la Villa de Los Santos, de donde hay que reproducirla en peau-de-soie en asta de lujo y ser llevada en romería a caballo y con patrullas y delegaciones municipales para ser entregada a cada Concejo Municipal, a la Gobernación, y a cuanta autoridad pública exista en la región, para ser colocada a la derecha de la bandera nacional según el punto de vista del observador. Como aparece en las otras imágenes que adjunto.
Sólo una ignorancia terrible, un mal entendido entusiasmo deportivo, y ciertamente una más terrible ausencia de divulgación en textos escolares hacen que hoy esta bandera histórica, heroica, monumental y sagrada para el ámbito bolivariano, halla sido mancillada, despreciada y ultrajada al ser inconsultamente elegido un banderín deportivo. Al menos eso parece quedar demostrado con las notas pidiendo cortesía de sala para dar sus puntos de vista a los defensores de la bandera histórica, y que no fueron dejados participar. No soy quien para juzgar ni a personas ni a instituciones, pero a mayor consulta y participación ciudadana, mayor garantía de aceptación de una acción pública.
Debería hacerse una labor de respetuosa divulgación para que entonces la población de la provincia, sepan que siempre tuvieron una bandera, y que por una ignorancia que quisiéramos pensar fue inocente, se llevó al sitial de Bandera Provincial a la que sólo debe unir a los santeños cuando hay deporte.
Ahora, que en el extranjero se conoce este terrible atropello, estamos quedando como los incultos, el ridículo continental.
¿Qué dirían los sublevados de Santa Liberata de Las Tablas, los de Pocrí y Pedasí, y sobre todo los de Natá en aquel noviembre de 1821 de saber en qué quedaron sus ideales y sus sacrificios? ¿Qué dirían los independentistas de Panamá, de Veraguas y demás poblaciones? Creo que la vergüenza de saberse olvidados por quienes por tener poder de convocatoria torcieron la historia dejándola postergada en un baúl de inexistencia.
Tal vez yo sea la menos apropiada persona para hablar de esto, y hasta podría ser perjudicial. Pero no puedo guardar un silencio cómplice ante el ultraje de la majestad de la verdad. Y sí, esto que es del pueblo, de allá ‘onde uno, es importante y de la máxima atención nacional.
Ojalá y mi inadecuada voz tenga eco en quienes lean esto, sobre todo los pobladores de la Provincia de Los Santos, aunque debería decirse que de la Península de Azuero toda.
Oh vexillum, hinc usque ad sidera!
¡Oh bandera, de aquí a las estrellas!
¡Oh bandera, de aquí a las estrellas!