HOMENAJE A TULLIO DE CARLO CVEICH,
que es igual a decir:
HABLEMOS DE LA MAXIMOFILIA EN PANAMÁ
Hace muy poco subimos la entrada descriptiva de la Maximofilia, creemos, en la filosofía de este sitio. Esto es, para aprender cada día algo nuevo. O reforzar lo que tal vez ya sabíamos.
Hoy añadiremos unas imágenes que hablan por sí solas tal vez no directamente sobre la disciplina, sino sobre el que tal vez fue su primer cultor en Panamá, y por ello, un homenaje póstumo a la memoria de ese hombre.
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La maximofilia en Panamá y Tullio de Carlo Cveich.
Don Tullio llegó joven a Panamá y formó familia hasta que llegó a la edad de jubilación muy merecida. Recuerdo su lindo apartamento en Bella Vista muy cerca del antiguo convento que se convertiría en 1962 en el Primer Ciclo Panamá.
Él coleccionaba. Punto. No compitió nunca en una lid filatélica ni dentro ni fuera de Panamá.
Pero sí mantenía contacto con asociaciones filatélicas italianas, su país de origen, y seguramente de esas latitudes le vino el conocimiento ordenado y metódico de disciplina filatélica llamada maximofilia.
En efecto, lo tratamos entre 1989 (cuando lo conocí) y desarrollamos una buena amistad hasta su muerte. Aquejado de problemas de la vejez (escoliosis, osteoporosis) era sin embargo muy inquieto y diáfano en su pensamiento y actuar. Hablaba el castellano perfectamente y también el dialecto panameño. Asistía a las reuniones de la Sociedad Panameña de Filatelia cuando ocurrían en el edificio de la PALIC en Calle 50. Era asiduo comprador en el Departamento de Filatelia donde era muy apreciado y sobre todo, respetado.
En el período de 1989 a 1991, junto al Dr. Ernesto Arosemena, el Dr. Endara y otros filatelistas en unión con los ejecutivos de Filatelia, lograron detener el reingreso a Panamá de la empresa que tanto daño hizo entre 1963 y 1969 a la filatelia local, y que tanto trabajo costó recuperar el prestigio y el crédito internacional. Era el tiempo en que grandes pilares filatélicos como Victoria de Carbonell, Carlos Patterson y muchos otros campeaban en Panamá. De los tiempos en que en el Club Unión se hacían exposiciones filatélicas y tardes de charlas.
Una vez fallecido Jean Flatau y que las sucursales de Foto Flatau empezaron a cerrar, él compró muchísimas fotos grandes, medianas y tamaño postal, así como tarjetas postales del período blanco y negro que eventualmente fueron adquiridas por mí allá por 1997. Igual que muchos artículos filatélicos panameños.
Fue cuando me mostró el mundo de las tarjetas máximo.
Y fue cuando supe que, que se sepa, para esos tiempos él era la única persona en Panamá que hacía máximocards. Luego vendrían otras personas que aprendimos y nos quedamos en la etapa que estaba aquello en esos tiempos. Sí se hablaba de A, AA y AAA pero no se hablaba de coincidencias ni otros detalles.
El Ingeniero De Carlo era además, un cultor de los sobres de primer día privados, actividad que en Panamá venía de un afable zonian, Mr. Smith y sus Smith Covers De carlo firmaba De Carlo Cachet y eran sobres para usos específicos que no intentaban deslumbrar por la belleza sino por lo práctico.
Pero siempre hacía énfasis en la maximofilia y criticó que las tarjetas postales de venta en Panamá fueran con barniz de brillo por un lado, y que los gomíferos de uso en el país usaran tintas con base de agua, combinación totalmente incompatible para hacer tarjetas máximo.
Hoy en día aquí se prefiere objetos hermosos y complicados. En tiempos de De Carlo se prefería sencillez y minimalismo. En todo caso fue gracias a él que que en los '90s hubo un par de personas que se animaron a hacer sobres privados, cosa que de hace unos 10 años a la fecha ha sido un item muy usado por otros autores.
Arriba de estas líneas, algunas de las producciones que realizó con tarjetas postales máximo y que fueron publicadas en revisas europeas.
Fue él quien hizo rescatar unos sellos de cancelación de acero con fechas movibles que había sido un proyecto de Alemania para dotar de esos elementos a Correos. Él mismo reconocía que sin tinta de base de aceite tampoco se podía lograr mucho y que al ser pesados, la tendencia a "golpear" la pieza podía romperla. Dejaron de usarse cuando la fecha ya no se podía avanzar más.
En esas tarjetas, todas con el barniz de brillo, el hizo uso de un truco que era lijar suavemente el barniz con una lija de metal (negras) de la más fina en grano justo en el sitio donde debía estamparse el sello de goma. Y a veces rociaba una tenue capa de laca para fijar cabello (laca para peinados) para garantizar que la tinta no se manchase al tocarla por ningún motivo.
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Don Tullio, tuve mucho gusto en conocerle y gozar de su amistad sincera, recta y desinteresada. Sirvan estas pobres líneas como un homenaje a su memoria.
Mueren los que quedan olvidados.
VB-L 23 de junio 2019 5:30pm.
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ResponderEliminarExcelente publicaciòn. Muchas gracias por compartir tus conocimientos.
ResponderEliminarGracias, apreciado Anónimo. Tienes razon en tu primer comentario. Una buena crítica o colaboración ayudarían a mejorar.
ResponderEliminarSI escribiste el segundo comentario, pues gracias. Seguiremos adelante.